
El crecimiento acelerado del comercio electrónico en México ha transformado la forma en que las empresas planifican, distribuyen y entregan productos. La logística se ha convertido en un eslabón crítico para garantizar experiencias de compra satisfactorias, en un entorno donde la inmediatez y la precisión son ya expectativas básicas del consumidor.
Según la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el sector e-commerce crece a un ritmo superior al 25% anual, impulsando una evolución constante en la infraestructura operativa y la adopción de tecnologías avanzadas como inteligencia artificial, Big Data y modelos predictivos de demanda.
En este escenario de alta exigencia y competitividad, en México dicha industria ha logrado avances notables, iMile Delivery México menciona una mejora del 95% en eficiencia operativa, reducciones de tiempos de entrega de hasta un 96% y expansiones de capacidad que superan el 300% interanual.
Sin embargo, detrás de estos resultados sobresalientes se encuentra un elemento diferenciador menos visible, pero esencial: el liderazgo femenino. Cada vez más mujeres ocupan posiciones estratégicas y operativas, impulsando no solo resultados medibles, sino también transformaciones profundas en la cultura organizacional y en la forma de concebir el negocio logístico.
Diversos operadores logísticos coinciden en que fomentar la participación de las mujeres fortalece la resiliencia y mejora la capacidad de adaptación, elementos fundamentales en un sector que debe responder a picos inesperados de demanda y a retos constantes en distribución.
A partir de estas experiencias, Ana Luisa Rangel, manager de Marketing y Relaciones Públicas en iMile Delivery México, identifica puntos que evidencian cómo la inclusión de liderazgos diversos no solo aporta valor humano, sino también ventajas competitivas tangibles para toda la cadena de suministro.
Mejora en la toma de decisiones: La participación femenina en puestos estratégicos suelen aplicar un enfoque más preventivo y sistémico en la toma de decisiones. Esta perspectiva permite anticiparse a disrupciones, así como minimizar impactos. Además, su capacidad para integrar distintas visiones y escuchar activamente fortalece los procesos de planeación y respuesta, especialmente en situaciones críticas.
Impulso a la innovación tecnológica: La diversidad ha demostrado una apertura más rápida hacia nuevas tecnologías y formas de trabajo. En retail, esto se traduce en una adopción más ágil de herramientas como inteligencia artificial, modelos predictivos y soluciones automatizadas. Estas herramientas no solo optimizan operaciones, también promueven prácticas sostenibles y centradas en el usuario.
Fortalecimiento de la cultura colaborativa: La integración de liderazgos femeninos refuerza entornos laborales centrados en la empatía, respeto, bienestar y cooperación, lo que facilita la retención de talento y el desarrollo de equipos más resilientes ante picos de trabajo o contingencias.
Mejora en la percepción social y reputacional: La inclusión de mujeres en el sector proyecta una imagen moderna y responsable. Además, envía un mensaje de compromiso con la equidad, diversidad y responsabilidad social. Esto genera confianza no solo entre los colaboradores, sino también entre clientes, socios comerciales e inversionistas que valoran los criterios ESG.
Desarrollo y atracción de talento joven: Las mujeres que hoy lideran áreas están rompiendo con viejos modelos y estereotipos, lo cual amplía el horizonte aspiracional para nuevas generaciones. Su presencia inspira a más jóvenes a ver en la logística una industria innovadora, con propósito, y con espacio para crecer profesionalmente.
La logística mexicana se encuentra en un punto de inflexión donde la eficiencia operativa y la innovación tecnológica resultan imprescindibles, pero ya no son suficientes por sí solas. La capacidad de integrar una visión humana, inclusiva y diversa se posiciona como un factor decisivo para sostener el crecimiento y consolidar la confianza del consumidor. Fortalecer el liderazgo femenino no solo refuerza la
competitividad, sino que redefine el propósito social y el impacto que esta área puede tener en el desarrollo económico y cultural del país.