El clima pone a prueba la logística mexicana

La volatilidad climática ha vuelto obsoleto el modelo logístico tradicional, con pérdidas globales por desastres que alcanzaron los 368 mil millones de dólares en 2024

La creciente frecuencia e intensidad de los fenómenos climáticos extremos en México han vuelto obsoletos y económicamente insostenibles los modelos logísticos tradicionales basados en la reacción. Así lo afirma Mario Veraldo, CEO de MTM Logix, empresa de logística inteligente para un mundo en constante cambio, que defiende la transición urgente hacia una gestión de la cadena de suministro predictiva y tecnológicamente impulsada.

Este análisis se ve corroborado por datos recientes que cuantifican el impacto devastador de los fenómenos climáticos en los principales corredores logísticos de México. De acuerdo con el informe “2025 Climate and Catastrophe Insight” realizado por Aon, a nivel global, las pérdidas por desastres socioambientales sumaron aproximadamente 368 mil millones de dólares en 2024, de los cuales una parte significativa se concentró en México.

“El huracán Otis dejó más de 10 mil millones de dólares en daños en Guerrero, de los cuales menos del 12% estaba asegurado, según estimaciones de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), y el transporte de carga en Acapulco tardó meses en recuperarse”, advierte Veraldo. “Estos números reflejan que los desastres climáticos ya no son una excepción, sino un factor estructural que afecta de manera directa la continuidad logística del país”.

Estos eventos no solo evidencian pérdidas económicas directas, sino que muestran un cambio profundo en la forma en que las empresas deben gestionar el riesgo climático. La frecuencia y velocidad de los fenómenos extremos obligan a las cadenas de suministro a adaptarse de manera proactiva, anticipando interrupciones antes de que ocurran. En este contexto, el cambio ya no es opcional: las empresas deben reconocer que la volatilidad climática es una condición permanente que afecta la planificación logística y la continuidad operativa.

“Hace una década los fenómenos climáticos eran acontecimientos excepcionales; hoy se han vuelto una condición operativa permanente que ha colapsado el tradicional tiempo de reacción en las cadenas de suministro”, afirma el director. “Los huracanes que se intensifican en cuestión de horas y las inundaciones que fragmentan redes de carreteras enteras demuestran que el clima ya no es un factor secundario, sino un determinante fundamental de la continuidad de la cadena de suministro”.

Además de los daños directos, la nueva realidad climática impone una cascada de costos ocultos que merman la rentabilidad de las empresas. Los huracanes y tormentas, por ejemplo, causan el cierre inmediato de puertos y aeropuertos, paralizando el flujo de mercancías y provocando demoras de varios días. Esto genera un efecto látigo de congestión en las terminales y escasez de equipos, lo que se traduce en un alza de tarifas y penalizaciones. Información de la Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos (Conatram) indica que las inundaciones y deslaves dejan intransitables tramos carreteros cruciales; un caso reciente mostró que la interrupción en un tramo de la carretera Tampico-Victoria causó pérdidas de cerca de 10 millones de pesos diarios para el sector del transporte de carga.

A todo esto, se suman las primas de seguro que se incrementan y el capital circulante que queda congelado cuando las mercancías no se mueven.

“El modelo reactivo, esperar a que el puerto cierre para buscar una alternativa, se diseñó para las cadenas de suministro del pasado, no para la volatilidad climática actual. Su mayor defecto es el tiempo de espera. En la situación actual, cuando la noticia se hace oficial, la capacidad de transporte alternativa ya ha desaparecido, las filas están bloqueadas y los costos se han duplicado”, explica Veraldo. “La transición a un modelo predictivo es el único camino. La tecnología actual nos permite integrar datos meteorológicos, seguimiento de buques y alertas de puertos en tiempo real para anticipar el riesgo y activar planes de contingencia de forma automatizada, antes de que se produzca la crisis”. 

La aplicación de la logística predictiva permite que, ante la amenaza de una tormenta, por ejemplo, las cargas que se dirigen a un puerto del Golfo de México se redirijan automáticamente a puertos alternativos como Veracruz o Lázaro Cárdenas, se ajuste la documentación aduanera y se calculen nuevas franjas horarias de transporte por carretera, mientras que los competidores siguen esperando un comunicado oficial. Esta capacidad de convertir la previsión en acción es lo que define la resiliencia en la práctica.

“En el futuro, la capacidad de gestionar el riesgo climático no será opcional. Las empresas evaluarán a sus socios no solo por el costo, sino por la «resiliencia por peso invertido»”, concluye el ejecutivo. “La resiliencia se convierte en la propia ventaja competitiva. Las empresas que inviertan hoy en previsión tecnológica no solo soportarán los impactos climáticos, sino que superarán a los competidores que siguen esperando a ver qué pasa”.


 

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